En el seno del Instituto de estudios culturales avanzados la Torre del Virrey surge la Escuela de traductores como complemento necesario con una doble función. En primer lugar la labor constante de facilitar el acceso a los textos a través de esa tarea siempre arriesgada de la traducción, como bien supieron Étienne Dolet o Luis de León. Como consecuencia de esta labor principal surge la segunda, una de preparación constante y de ejercicio abnegado para poder llevar a cabo un trabajo que debe tender a la consecución definitiva mientras lidia con el ente vivo y cambiante que son los idiomas. Es por ello que no se trata tanto de una escuela de traducción como de un punto de encuentro de personas que traducen, que acercan, que aprenden y que vierten su experiencia, ganada en las lides con los textos, para ampliar el corpus accesible a quien desee adentrarse en la inmensidad de la cultura, extraña palabra latina que trataba de traducir de algún modo aquella de filosofía, tan poderosa que no parece necesitar traducción.
Con humildad y siempre al servicio de quien desee leer los textos, invocamos las enseñanzas de Luis Vives, que diferenció entre el sentido, la frase y la dicción y que consideraba que adaptar esta última transmite fuerza y gracia; de Luis de León, que asimilaba la traducción con las ideas de trasladar y declarar; de John Dryden para saber diferenciar cuándo debemos optar por la traducción palabra por palabra y cuándo por la traducción del significado para no llegar a cambiar el sentido; y de George Steiner y su iusta via media, basada en lograr la verdadera traducción del sentido.
En cualquier caso, el objetivo debe ser ahondar en el desarrollo de esa lengua franca de la transmisión de la cultura que es la traducción y en tal labor la Escuela de traductores siempre estará abierta a quien quiera aportar su tiempo y esfuerzo.